En concordancia con el actual escenario de crisis, decidimos sacar a la luz uno de los resultados de la reflexión extraída de nuestro estudio sobre la forma en que las empresas han abordado la innovación: la ralentización de los procesos tradicionales de I+D a largo plazo, y el fortalecimiento de las acciones, lanzamientos y cambios que generan valor a corto plazo de forma empática y con un alto nivel de percepción de la experiencia por parte de las personas.
Es asombroso cómo han cambiado la vida y el trabajo de los innovadores. En estos últimos días, hemos consumido inconscientemente información y servicios que en un pasado no existían y que sin duda tardarían mucho tiempo en existir sin las necesidades generadas por el mayor evento pandémico innovador y desencadenante de las últimas décadas.
Dado que ha desencadenado una multitud de acciones y cambios en el mundo de los negocios y en la vida de las personas, imagínese la dedicación y entrega de personal para mantenernos actualizados, porque como facilitadores estratégicos de la innovación, no hay otro camino que el de recopilar mucha información, organizarla sistemáticamente, planificar y ejecutar movimientos y cambios que respondan asertivamente a este contexto de manera ágil y fluída.
En concordancia con este escenario, saco a la luz, a través de este artículo, un punto de reflexión sobre un movimiento evidenciado en nuestro estudio, recientemente lanzado, sobre cómo las empresas han estado enfrentando la innovación: la desaceleración de los procesos tradicionales de I+D a largo plazo, y el fortalecimiento de las acciones, lanzamientos y cambios que generan valor a corto plazo de manera empática y con un alto nivel de percepción de la experiencia por parte de las personas.
En medio de un escenario tan incierto y de tantas necesidades obligatorias de cambio para seguir siendo relevantes y generar resultados, las empresas han cambiado el enfoque de la elaboración de proyectos a largo plazo a recursos y movimientos que generan resultados a corto plazo o prácticamente de forma instantánea.
La «digitalización» se ha convertido en algo tan vital como tener una cuenta bancaria para un negocio. Cada una a su manera y dentro de su propia realidad, las empresas (pequeñas, medianas y grandes) se han reinventado a sí mismas de manera ágil y dinámica, permitiendo nuevas formas de contacto, interacción, compromiso, creación de contenidos y ventas. Un hecho interesante y común a todas estas formas es que el centro es casi siempre la gente, sus comportamientos y sentimientos.
A través de los recursos digitales, las empresas han demostrado ser organizaciones más humanas: haciendo viable el home-office, respetándolo y valorándolo; organizando procesos de selección a distancia, que tienden a potenciar mucho más los valores y las visiones de los candidatos y no sólo una primera impresión visual; ofreciendo ventas a distancia, a través de su propio canal o el de terceros; organizando encuentros para descomprimir sus equipos, además de muchos otros ejemplos.
Mi objetivo aquí no es entrar en los detalles de este tipo de acciones digitales, porque he visto muchos materiales muy buenos que hablan de este tema, sino resaltar el poder que la innovación simple y honesta tiene en este momento. Quiero decir como simple y honesto a los movimientos que generan un enorme valor para el mercado y la gente. Es hora de acercar a los clientes, de dar cabida a una retroalimentación sincera y directa de manera clara, aprovechando toda esta masa crítica y utilizándola como base para la creación de lo nuevo, lo diferente, lo inesperado, de lo que cambia el mercado. Y ahí es donde el ser digitalizado ayuda al proceso – quien quiera que sea o piense que es digital tiene la habilidad de responder rápidamente, simple y estar constantemente testeando.
La investigación y el desarrollo a largo plazo nunca perderá su representación e importancia para el futuro de las organizaciones y ciertamente volverá a ser una ruta para la asignación de grandes cantidades de recursos muy pronto (así lo esperamos). El gran desafío del escenario actual es que las incertidumbres son más fuertes y más cohesivas que los datos, las tendencias y las señales que guían los posibles escenarios futuros en los que ciertos tipos de tecnologías pueden responder positivamente a demandas y necesidades específicas.
Sin embargo, innovar ahora se convierte en la búsqueda de nuevas formas de hacer las cosas adoptando una mentalidad simple y sin complicaciones. Potenciar la empatía y crear experiencias increíbles, potenciar e involucrar a las personas y, más que nunca, tener un propósito de ayudar a la comunidad en la vida cotidiana y colocar a las empresas como protagonistas de la mejora de la vida de todos.
Junior Leardini