El período que hemos atravesado hace que la innovación centrada en resultados sea fundamental, ya que estamos entrando en un nuevo ciclo de innovación empresarial.
Un ciclo que exigirá mucha efectividad a los esfuerzos de innovación, por lo que las acciones de innovación sin resultados claros estarán cada vez más fuera del mapa de las organizaciones.
«Pleonasmo: redundancia de términos dentro de las palabras, pero de legítimo uso en ciertos casos, pues da mayor fuerza a lo que se expresa».
Fuente: Oxford Languages
Hay varias definiciones de innovación. En general, la mayoría de ellas tienen un elemento de creación, de novedad, pero también tienen un elemento de concreción y resultado. Un ejemplo: «innovar es explorar nuevas ideas con resultados». Por lo tanto, el término innovación orientada a los resultados es en realidad un pleonasmo, porque una innovación sólo es realmente una innovación si ya ha entregado el resultado propuesto. De lo contrario, no es más que una invención. Sin embargo, el período que atravesamos hace conveniente el uso del pleonasmo, porque estamos entrando en un nuevo ciclo de innovación empresarial. Un ciclo que exigirá muchos resultados y eficacia a los esfuerzos de innovación, por lo que las acciones de innovación sin resultados claros estarán cada vez más fuera del mapa de las organizaciones.
Tiene sentido echar un vistazo rápido hacia atrás para comprender los movimientos que ha experimentado la gestión de la innovación en los últimos años. Los primeros movimientos de la estructuración de la innovación empresarial se centraron en el ejercicio de la gestión de la creatividad. Fue el escenario de innumerables sesiones de ideación, cuando el peso de la idea en sí misma era todavía muy alto. Al interpretar que muchas de las ideas generadas no respondían a las necesidades reales de los clientes o del negocio, las organizaciones comenzaron a exigir, de los esfuerzos de innovación, un propósito y una dirección claros. Fue y sigue siendo el escenario de las estrategias de innovación.
Por último, con la percepción cada vez más clara de que incluso las buenas ideas, bien dirigidas, pero no ejecutadas, siguen siendo sólo ideas sin valor agregado, existe una presión creciente para que este esfuerzo innovador se convierta realmente en innovación. En la innovación del resultado, haciendo justicia al pleonasmo del principio del artículo.
De alguna manera, podemos decir que hoy existe una “cadena de valor” del esfuerzo innovador corporativo, como se ilustra en la imagen de arriba. Equilibrar el esfuerzo entre las actividades de visión, creación y ejecución puede ser clave para obtener un proceso de innovación más asertivo y con mayores resultados. Y lo que se ha visto en los últimos años es el aumento del peso de la ejecución en este equilibrio, revelando su relevancia, especialmente en el contexto de grandes cambios.
El período en el que vivimos ahora tiene una de las mayores densidades de transformación que jamás hayamos tenido como sociedad organizada. Los impactos y desafíos que se imponen a las organizaciones son grandes, con una fuerte presión sobre el efectivo de las empresas, que, salvo algunas excepciones, están reaccionando con la contracción de las inversiones. Aun así, los líderes de las organizaciones están confiando mucho en sus respectivos esfuerzos innovadores como palancas para superar la crisis.
En este contexto, sin embargo, no hay lugar para los procesos innovadores que son costosos en términos de tiempo y recursos: la innovación corporativa tiende a estar cada vez más cargada de resultados y necesita incorporar en su rutina discusiones sobre la emisión de facturas, la fidelización de clientes, la reducción de costes, la generación de nuevas fuentes de ingresos en nuevos mercados, la reducción de riesgos críticos para el negocio, entre otros elementos de valor para la empresa.
Uno de los mayores aprendizajes de las organizaciones ha sido la importancia de la adaptabilidad para la sostenibilidad del negocio. Y esto refuerza aún más la necesidad de explorar esfuerzos innovadores anclados en procesos que cosechan iterativamente pequeñas porciones de resultados concretos, ya que en la práctica el ejercicio de la adaptabilidad requiere resultados anticipados para la reorientación ágil de los próximos esfuerzos. Esta es la esencia de la agilidad: no simplemente avanzar linealmente más rápido, sino progresar iterativamente en la “cadena de valor” de la innovación, alcanzando pequeños resultados medibles y, a partir del aprendizaje, volver a iniciar la cadena para la expansión del valor entregado.
Todos estos conceptos ya existían antes de la pandemia, pero cobran mucha fuerza ahora, dando una nueva cara a la innovación empresarial. Para obtener realmente un proceso innovador orientado a resultados, además de la conexión directa con la estrategia y el sesgo de agilidad/flexibilidad ya mencionados, la difusión del esfuerzo de innovación en toda la organización también se vuelve cada vez más imperativa. De hecho, mantener una actividad de innovación completamente aislada del resto de la empresa genera dificultades para que la organización en su conjunto esté mejor preparada para afrontar momentos similares al que vivimos hoy. Este cambio, sin embargo, no es simple y requiere esfuerzos que generen espacios para que surja la innovación en toda la organización, además de una cultura/mentalidad adecuada y la difusión de las habilidades necesarias.
Por último, un ingrediente clave que ha demostrado ser efectivo para aumentar la asertividad de los esfuerzos de innovación es la cooperación, ya sea entre personas dentro de la organización o entre diferentes actores del ecosistema. Son raros los debates sobre la innovación que tienen lugar después de la crisis, que no se centran en el papel y la relevancia de las personas en el centro del proceso de innovación. En este contexto, dos formas de innovación empresarial cobran fuerza por su carácter colaborativo: el intraemprendimiento emerge con mayor fuerza como actividad de cooperación interna y la innovación abierta, como actividad de cooperación externa. Esfuerzos de este tipo, siempre que sean “sin espuma”, se consolidarán como instrumentos para incrementar la eficiencia y asertividad de las actividades de innovación.
Que, en poco tiempo, la innovación corporativa incorpore la mentalidad del resultado de modo que el pleonasmo del título del artículo pierda por completo su significado.
Y tú, ¿Has notado estos cambios en el universo de la innovación corporativa? Comparta sus pensamientos en los comentarios para que juntos podamos crear una comprensión más amplia de las grandes transformaciones que estamos atravesando y sus impactos en las actividades de innovación de las empresas.
Escrito por: Vinícius Scarpa